El río Isábena, a su paso por el Congosto de Obarra, excava una profunda garganta de paredes retorcidas, muy pulidas, dignas de admirar. En 400 metros de recorrido, resaltes y badinas, forman un descenso acuático, deportivo en primavera y de gran aptitud paseo-paisajístico en verano. Interesante juego de luces alrededor del mediodía, aconsejable. Atención a los incrementos de caudal, las paredes llegan a estrecharse forzando un paso de un metro y medio de ancho, obligado. Con mucho caudal se convierte en una autentica ratonera. Evaluar caudal antes de entrar.
Combinable con el Barranco de Padierno o Beranuy.
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